Nota informativa del Vaticano

 El Vatican Information Service ha publicado la siguiente nota informativa:

Benedicto XVI presidirá el próximo 1 de mayo, en el Vaticano, II Domingo de Pascua de la Divina Misericordia, el rito de beatificación de Juan Pablo II

  En una nota informativa de la Congregación para las Causas de los Santos se afirma que

«hoy, 14 de enero, durante la audiencia concedida al cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el Papa ha autorizado a este dicasterio a promulgar el Decreto sobre el milagro atribuido a la intercesión del Venerable Siervo de Dios Juan Pablo II (Karol Wojtyla). Este acto pone fin al proceso que precede al rito de beatificación.

  «Como se sabe, la Causa, por dispensa pontificia, comenzó antes de que transcurrieran los cinco años desde la muerte del Siervo de Dios, exigidos por la normativa vigente. Esta medida fue solicitada por la imponente fama de santidad de la que gozó Juan Pablo II en su vida, en la muerte y después de la muerte. Por lo demás, se observaron en su totalidad las disposiciones canónicas comunes acerca de las causas de beatificación y canonización.

  «De junio de 2005 a abril de 2007 tuvieron lugar la investigación diocesana principal romana y las rogatoriales en diferentes diócesis, sobre la vida, las virtudes y la fama de santidad y de milagros. La validez jurídica de los procesos canónicos fue reconocida por la Congregación para las Causas de los Santos con el Decreto del 4 de mayo de 2007.

En junio de 2009, examinada la «Positio», nueve consultores teólogos de la Congregación dieron su parecer positivo sobre la heroicidad de las virtudes del Siervo de Dios. En noviembre, siguiendo el procedimiento habitual, la misma «Positio» fue sometida al juicio de los cardenales y obispos de la Congregación para las Causas de los Santos, que se expresaron con sentencia afirmativa.

  «El 19 de diciembre de 2009, el Sumo Pontífice Benedicto XVI autorizó la promulgación del decreto sobre la heroicidad de las virtudes.

  «En vista de la beatificación del Venerable Siervo de Dios, la postulación de la causa presentó al examen de la Congregación para las Causas de los Santos la curación de la «enfermedad de Parkinson» de la hermana Marie Simon Pierre Normand, religiosa del Institut des Petites Soeurs des Maternités Catholiques.

  «Como es habitual, las numerosas actas de la investigación canónica, regularmente instruida, junto con los detallados exámenes médico-legales, se sometieron al examen científico de la Consulta Médica de la Congregación para las Causas de los Santos, el 21 de octubre de 2010.

Sus expertos, tras haber estudiado con la habitual minuciosidad los testimonios procesales y toda la documentación, se expresaron a favor de que la curación era científicamente inexplicable.

Los consultores teólogos, tras haber revisado las conclusiones médicas, el 14 de diciembre de 2010 procedieron a la valoración teológica del caso y reconocieron por unanimidad la unicidad, la antecedencia y la invocación coral dirigida al Siervo de Dios Juan Pablo II, cuya intercesión había sido eficaz para la curación milagrosa.

  Por último, el 11 de enero de 2011, se celebró la Sesión Ordinaria de cardenales y obispos de la Congregación para las Causas de los Santos, que emitió un fallo unánime y afirmativo, considerando milagrosa la curación de la hermana Marie Simon Pierre, en cuanto realizada por Dios de modo científicamente inexplicable, después de interceder al Papa Juan Pablo II, invocado con confianza tanto por la misma persona curada como por muchos otros fieles».

Published in: on enero 14, 2011 at 3:49 pm  Deja un comentario  

Benedicto XVI agradece la amistad con el Primado anglicano

Published in: on septiembre 25, 2010 at 3:19 pm  Deja un comentario  

Benedicto XVI recuerda su estancia en el Reino Unido

Published in: on septiembre 25, 2010 at 3:12 pm  Deja un comentario  

Lo que enseña Newman al cristiano de hoy

Firmado por Aceprensa
19-09-2010

En la vigilia de oración en el Hyde Park de Londres el día 18, Benedicto XVI quiso reflexionar sobre “algunos aspectos de la vida de Newman, que considero muy relevantes para nuestra vida como creyentes y para la vida de la Iglesia de hoy”.

En primer lugar, destacó que la vida de Newman nos recuerda que estamos llamados a buscar la verdad. “Al final de su vida, Newman describe el trabajo de su vida como una lucha contra la creciente tendencia a percibir la religión como un asunto puramente privado y subjetivo, una cuestión de opinión personal. He aquí la primera lección que podemos aprender de su vida: en nuestros días, cuando un relativismo intelectual y moral amenaza con minar la base misma de nuestra sociedad, Newman nos recuerda que, como hombres y mujeres a imagen y semejanza de Dios, fuimos creados para conocer la verdad, y encontrar en esta verdad nuestra libertad última y el cumplimiento de nuestras aspiraciones humanas más profundas. En una palabra, estamos destinados a conocer a Cristo, que es ‘el camino, y la verdad, y la vida’ (Jn 14,6)”.

Newman luchó “contra la creciente tendencia a percibir la religión como un asunto puramente privado y subjetivo”

Pero la búsqueda de la verdad no es cómoda, y hay que estar dispuesto a pagar un precio”.La vida de Newman nos enseña también que la pasión por la verdad, la honestidad intelectual y la auténtica conversión son costosas. No podemos guardar para nosotros mismos la verdad que nos hace libres; hay que dar testimonio de ella, que pide ser escuchada, y al final su poder de convicción proviene de sí misma y no de la elocuencia humana o de los argumentos que la expongan”. Tras evocar el testimonio de los mártires, advirtió que “en nuestro tiempo, el precio que hay que pagar por la fidelidad al Evangelio ya no es ser ahorcado, descoyuntado y descuartizado, pero a menudo implica ser excluido, ridiculizado o parodiado”.

Una verdad que cambia la vida

Junto a la honestidad intelectual, hace falta también coherencia entre fe y vida. “Newman nos enseña que si hemos aceptado la verdad de Cristo y nos hemos comprometido con él, no puede haber separación entre lo que creemos y lo que vivimos. (…) Vio claramente que lo que hacemos no es tanto aceptar la verdad en un acto puramente intelectual, sino abrazarla en una dinámica espiritual que penetra hasta la esencia de nuestro ser. Verdad que se transmite no sólo por la enseñanza formal, por importante que ésta sea, sino también por el testimonio de una vida íntegra, fiel y santa”.

Pues Benedicto XVI dejó claro que la búsqueda de la verdad de la fe implica dar frutos para la transformación del mundo, responsabilidad propia de cada uno y más en este tempo. “Nadie que contemple con realismo nuestro mundo de hoy podría pensar que los cristianos pueden permitirse el lujo de continuar como si no pasara nada, haciendo caso omiso de la profunda crisis de fe que impregna nuestra sociedad, o confiando sencillamente en que el patrimonio de valores transmitido durante siglos de cristianismo seguirá inspirando y configurando el futuro de nuestra sociedad. Sabemos que en tiempos de crisis y turbación Dios ha suscitado grandes santos y profetas para la renovación de la Iglesia y la sociedad cristiana; confiamos en su providencia y pedimos que nos guíe constantemente. Pero cada uno de nosotros, de acuerdo con su estado de vida, está llamado a trabajar por el progreso del Reino de Dios, infundiendo en la vida temporal los valores del Evangelio”.

“En nuestro tiempo, el precio que hay que pagar por la fidelidad al Evangelio a menudo implica ser excluido, ridiculizado o parodiado”

En la ceremonia de beatificación de Newman en el Cofton Park de Rednal, en Birmingham, Benedicto XVI utilizó el lema del cardenal, “cor ad cor loquitur”, “el corazón habla al corazón”. Este lema, dijo el Papa, “nos da la perspectiva de su comprensión de la vida cristiana como una llamada a la santidad, experimentada como el deseo profundo del corazón humano de entrar en comunión íntima con el Corazón de Dios”.

La oración nos espiritualiza

“Nos recuerda que la fidelidad a la oración nos va transformando gradualmente a semejanza de Dios”, añadió. La oración, dijo citando al nuevo beato, “tiene lo que se puede llamar un efecto natural en el alma, espiritualizándola y elevándola. Un hombre ya no es lo que era antes; gradualmente… se ve imbuido de una serie de ideas nuevas, y se ve impregnado de principios diferentes”.

Con esta experiencia puede entenderse que Jesucristo “nos ha asignado una tarea específica a cada uno de nosotros, un “servicio concreto”, confiado de manera única a cada persona concreta: ‘Tengo mi misión’, escribe Newman, ‘soy un eslabón en una cadena, un vínculo de unión entre personas. No me ha creado para la nada. Haré el bien, haré su trabajo”.

Benedicto XVI hizo que las enseñanzas de Newman sobre cuestiones de su época constituyen una valiosa herencia para los cristianos de hoy. “Sus intuiciones sobre la relación entre fe y razón, sobre el lugar vital de la religión revelada en la sociedad civilizada, y sobre la necesidad de una educación esmerada y amplia fueron de gran importancia, no sólo para la Inglaterra victoriana. Hoy también siguen inspirando e iluminando a muchos en todo el mundo”.

Su visión de la educación

En particular destacó su visión de la educación. “Firmemente contrario a cualquier enfoque reductivo o utilitarista, buscó lograr unas condiciones educativas en las que se unificara el esfuerzo intelectual, la disciplina moral y el compromiso religioso. (…) La colección de discursos que publicó con el título ‘La Idea de una Universidad’ sostiene un ideal mediante el cual todos los que están inmersos en la formación académica pueden seguir aprendiendo”.

Entonces y hoy se trataba de formar un laicado con una buena preparación, capaz de dar razón de su fe: “Quiero un laicado –escribía Newman– que no sea arrogante ni imprudente a la hora de hablar, ni alborotador, sino hombres que conozcan bien su religión, que profundicen en ella, que sepan bien dónde están, que sepan qué tienen y qué no tienen, que conozcan su credo a tal punto que puedan dar cuentas de él, que conozcan tan bien la historia que puedan defenderla”, escribía Newman en “La Posición Actual de los Católicos en Inglaterra”, en cita recogida por el Papa.

Benedicto XVI también presentó la extraordinaria vida sacerdotal de Newman, con su visión del ministerio pastoral llena de humanidad, citando otro de sus escritos: “Si vuestros sacerdotes fueran ángeles, hermanos míos, ellos no podrían compartir con vosotros el dolor, sintonizar con vosotros, no podrían haber tenido compasión de vosotros, sentir ternura por vosotros y ser indulgentes con vosotros, como nosotros podemos; ellos no podrían ser ni modelos ni guías, y no te habrían llevado de tu hombre viejo a la vida nueva, como ellos, que vienen de entre nosotros”.

Published in: on septiembre 20, 2010 at 3:38 pm  Deja un comentario  

Benedicto XVI en el Reino Unido

El viaje del Santo Padre a Inglaterra tiene una gran importancia. Es una peregrinación difícil para el Vicario de Cristo y los católicos debemos acompañarle con nuestra oración, precisamente ahora, cuando los recientes escándalos que han conmocionado a la Iglesia y los ataques desmesurados y manifiestamente injustos al Papa pueden oscurecer lo importante: sus palabras.

Como sabéis, esta tarde el Papa ha celebrado la Santa Misa en Bellahouston Park – Glasgow. He aquí su homilía.

Queridos hermanos y hermanas en Cristo

“Está cerca de vosotros el Reino de Dios” (Lc 10, 9). Con estas palabras del Evangelio que acabamos de escuchar, os saludo a todos con gran afecto en el Señor. En verdad, el Reino de Dios está ya entre nosotros. En esta celebración de la Eucaristía, en la que la Iglesia en Escocia se congrega en torno al altar en unión con el Sucesor de Pedro, reafirmemos nuestra fe en la Palabra de Cristo y nuestra esperanza en sus promesas, una esperanza que nunca defrauda. Saludo cordialmente al Cardenal O’Brien y a los Obispos escoceses. Agradezco particularmente al Arzobispo Conti sus amables palabras de bienvenida de vuestra parte y expreso mi profunda gratitud por el trabajo que el Gobierno británico y escocés y las autoridades municipales de Glasgow han llevado a cabo para que fuera posible este encuentro.

El Evangelio de hoy nos recuerda que Cristo continúa enviando a sus discípulos a todo el mundo para proclamar la venida de su Reino y llevar su paz al mundo, empezando casa por casa, familia por familia, ciudad por ciudad. Vengo a vosotros, hijos espirituales de San Andrés, como heraldo de la paz y a confirmaros en la fe de Pedro (cf. Lc 22, 32). Me dirijo a vosotros con emoción, no muy lejos del lugar donde mi amado predecesor el Papa Juan Pablo II celebró la Misa con vosotros, hace casi treinta años, recibido por la multitud más numerosa que jamás se haya visto en la historia de Escocia.

Muchas cosas han ocurrido en Escocia y en la Iglesia en este país desde aquella histórica visita. Compruebo con gran satisfacción que la invitación que el Papa Juan Pablo II os hizo para caminar unidos con vuestros hermanos cristianos, ha producido mayor confianza y amistad con los miembros de la Iglesia de Escocia, la Iglesia Episcopal Escocesa y otros. Os animo a continuar rezando y trabajando con ellos en la construcción de un futuro más luminoso para Escocia, basado en nuestra común herencia cristiana. En la primera lectura de hoy, hemos escuchado el llamamiento de San Pablo a los romanos a que reconozcan que, como miembros del Cuerpo de Cristo, nos pertenecemos los unos a los otros (cf. Rm 12, 5) y debemos convivir respetándonos y amándonos mutuamente. En este espíritu, saludo a los representantes ecuménicos que nos honran con su presencia. Este año se conmemora el cuatrocientos cincuenta aniversario de la Asamblea de la Reforma, y también el centenario de la Conferencia Misionera Mundial en Edimburgo, que es considerada por muchos como el origen del movimiento ecuménico moderno. Demos gracias a Dios por la promesa que representa el entendimiento y la cooperación ecuménica para un testimonio común de la verdad salvadora de la Palabra de Dios, en medio de los rápidos cambios de la sociedad actual.

Entre los diferentes dones que San Pablo enumera para la edificación de la Iglesia está el de enseñar (cf. Rm 12, 7). La predicación del Evangelio siempre ha estado acompañada por el interés por la palabra: la palabra inspirada por Dios y la cultura en la que esta palabra echa raíces y florece. Aquí, en Escocia, pienso por ejemplo en las tres universidades fundadas por los papas durante la edad media, incluyendo la de San Andrés, a punto de celebrar el sexto centenario de su fundación. En los últimos treinta años, con la ayuda de las autoridades civiles, las escuelas católicas en Escocia han asumido el desafío de brindar una educación integral a un mayor número de estudiantes, y esto ha ayudado a los jóvenes no sólo en su camino de crecimiento espiritual y humano, sino también en su incorporación a la vida profesional y pública. Se trata de un signo de gran esperanza para la Iglesia, y animo a los profesionales católicos, a los políticos y profesores de Escocia a no perder nunca de vista que están llamados a poner sus talentos y su experiencia al servicio de la fe, trabajando por la cultura escocesa actual en todos sus ámbitos.

La evangelización de la cultura es de especial importancia en nuestro tiempo, cuando la “dictadura del relativismo” amenaza con oscurecer la verdad inmutable sobre la naturaleza del hombre, sobre su destino y su bien último. Hoy en día, algunos buscan excluir de la esfera pública las creencias religiosas, relegarlas a lo privado, objetando que son una amenaza para la igualdad y la libertad. Sin embargo, la religión es en realidad garantía de auténtica libertad y respeto, que nos mueve a ver a cada persona como un hermano o hermana. Por este motivo, os invito particularmente a vosotros, fieles laicos, en virtud de vuestra vocación y misión bautismal, a ser no sólo ejemplo de fe en público, sino también a plantear en el foro público los argumentos promovidos por la sabiduría y la visión de la fe. La sociedad actual necesita voces claras que propongan nuestro derecho a vivir, no en una selva de libertades autodestructivas y arbitrarias, sino en una sociedad que trabaje por el verdadero bienestar de sus ciudadanos y les ofrezca guía y protección en su debilidad y fragilidad. No tengáis miedo de ofrecer este servicio a vuestros hermanos y hermanas, y al futuro de vuestra amada nación.

San Ninián, cuya fiesta celebramos hoy, no tuvo miedo de elevar su voz en solitario. Siguiendo las huellas de los discípulos que nuestro Señor envió antes que él, Ninián fue uno de los primeros misioneros católicos en traer la buena noticia de Jesucristo a sus hermanos británicos. Su Iglesia de su misión en Galloway se convirtió en centro de la primera evangelización de este país. Este trabajo fue retomado más tarde por San Mungo, patrón de Glasgow, y por otros santos, entre los que debemos destacar San Columba y Santa Margarita. Inspirados en ellos, muchos hombres y mujeres han trabajado durante siglos para transmitiros la fe. ¡Esforzaos en ser dignos de esta gran tradición! Que la exhortación de San Pablo, en la primera lectura, sea para vosotros una constante inspiración: “En la actividad no seáis descuidados, en el espíritu manteneos ardientes. Servid constantemente al Señor. Que la esperanza os tenga alegres: estad firmes en la tribulación, sed asiduos a la oración” (Rm 12, 11-12).

Me gustaría ahora dirigirme especialmente a los Obispos de Escocia. Queridos hermanos, quiero animaros en vuestra dedicación pastoral a los católicos escoceses. Como sabéis, uno de vuestros primeros deberes pastorales está en relación a vuestros sacerdotes (cf. Presbyterorum Ordinis, 7) y su santificación. Igual que ellos son un alter Christus para la comunidad católica, vosotros lo sois para ellos. En vuestro ministerio fraterno con vuestros sacerdotes, vivid en plenitud la caridad que brota de Cristo, colaborando con todos ellos, en particular con quienes tienen escaso contacto con sus hermanos en el sacerdocio. Rezad con ellos por las vocaciones, para que el Señor de la mies envíe trabajadores a su mies (cf. Lc 10, 2). Ya que la Eucaristía hace la Iglesia, el sacerdocio es algo central para la vida de la Iglesia. Ocupaos personalmente de formar a vuestros sacerdotes como un cuerpo de hombres que alientan a otros a dedicarse totalmente al servicio de Dios Todopoderoso. Cuidad también de vuestros diáconos, cuyo ministerio de servicio está asociado de manera especial con el orden de los obispos. Sed padres y ejemplo de santidad para ellos, animándolos a crecer en conocimiento y sabiduría en el ejercicio de la misión de predicar a la que han sido llamados.

Queridos sacerdotes de Escocia, estáis llamados a la santidad y al servicio del pueblo de Dios conformando vuestras vidas con el misterio de la cruz del Señor. Predicad el evangelio con un corazón puro y con recta conciencia. Dedicaos sólo a Dios y seréis ejemplo luminoso de santidad, de vida sencilla y alegre para los jóvenes: ellos, por su parte, desearán seguramente unirse a vosotros en vuestro solícito servicio al pueblo de Dios. Que el ejemplo de San Juan Ogilvie, hombre abnegado, desinteresado y valiente, os inspire a todos. Igualmente, os animo a vosotros, monjes, monjas y religiosos de Escocia, a ser una luz puesta en lo alto de un monte, llevando una auténtica vida cristiana de oración y acción que sea testimonio luminoso del poder del Evangelio.
Finalmente, deseo dirigirme a vosotros, mis queridos jóvenes católicos de Escocia. Os apremio a llevar una vida digna de nuestro Señor (cf. Ef 4,1) y de vosotros mismos. Hay muchas tentaciones que debéis afrontar cada día —droga, dinero, sexo, pornografía, alcohol— y que el mundo os dice que os darán felicidad, cuando, en verdad, estas cosas son destructivas y crean división. Sólo una cosa permanece: el amor personal de Jesús por cada uno de vosotros. Buscadlo, conocedlo y amadlo, y él os liberará de la esclavitud de la existencia deslumbrante, pero superficial, que propone frecuentemente la sociedad actual. Dejad de lado todo lo que es indigno y descubrid vuestra propia dignidad como hijos de Dios. En el evangelio de hoy, Jesús nos pide que oremos por las vocaciones: elevo mi súplica para que muchos de vosotros conozcáis y améis a Jesús y, a través de este encuentro, os dediquéis por completo a Dios, especialmente aquellos de vosotros que habéis sido llamados al sacerdocio o a la vida religiosa. Éste es el desafío que el Señor os dirige hoy: la Iglesia ahora os pertenece a vosotros.

Queridos amigos, una vez más expreso mi alegría de poder celebrar la misa con vosotros. Y me siento feliz de poder aseguraros mis oraciones en la antigua lengua de vuestro país: Sìth agus beannachd Dhe dhuib uile; Dia bhi timcheall oirbh; agus gum beannaicheadh Dia Alba. La paz y la bendición de Dios sea con todos vosotros; que Dios os proteja; y que Dios bendiga al pueblo de Escocia

Published in: on septiembre 20, 2010 at 2:59 pm  Deja un comentario  

Los desencantados de la izquierda

La caída del Muro de Berlín no sólo rediseñó las fronteras geográficas y políticas que el comunismo había ido dibujando a lo largo del siglo XX: el fin de la era soviética fue minando además buena parte de los cimientos ideológicos de la izquierda. Algunos pensadores y periodistas de prestigio han explorado desde entonces los caminos que conducen a los planteamientos conservadores y liberales que antes habían criticado. Las rutas que han marcado las han transitado después decenas de veteranos desencantados.
El 11 de septiembre de 2001, Andrew Anthony quería volver al mundo real. Después de pasar toda la tarde encerrado en una sala de cine del centro de Londres, el periodista del diario británico The Guardian buscaba tomar el aire libre y olvidarse de la anodina comedia que debía reseñar para el periódico. Mientras caminaba hacia la salida, los títulos de crédito que ocupaban la pantalla fueron reemplazados por la imagen de un rascacielos en llamas. Anthony se derrumbó en un asiento y escuchó atónito las explicaciones de un reportero acerca de lo que parecía un accidente aéreo sobre las Torres Gemelas. Presa del pánico, salió a la calle y llamó por teléfono móvil a su mujer. Sin éxito. Estaba en Nueva York y ese mismo día volaba a Washington D.C. Al final, logró localizarla y respiró tranquilo.

Así empieza El desencanto (The fallout, 2007), el ensayo autobiográfico de Andrew Anthony cuyo subtítulo es más que elocuente: El despertar de un izquierdista de toda la vida (How a guilty liberal lost his innocence). Porque, para él, aquel día cayeron más que dos edificios. El 11 de septiembre, mientras el World Trade Center se derrumbaba e inundaba el skyline neoyorquino de polvo y ceniza, se desmoronaba también todo el sistema de pensamiento progresista de Anthony: los trucos argumentales, la inamovible lista de enemigos −encabezada, por supuesto, por Estados Unidos− y la visión del mundo que había manejado durante toda su vida, plagada de lugares comunes. Por ejemplo: existe delincuencia porque hay pobreza y racismo, Israel es el causante de los males de Oriente Medio, el capitalismo es una doctrina perversa y voraz, el hombre blanco merece cargar con un sentimiento de culpa y todas las culturas del mundo son igualmente respetables. Con excepción, por supuesto, de la occidental. Pero, ¿por qué fue necesario un suceso tan brutal para que el periodista inglés comenzara a ver las cosas de otra manera?

El horror de Manhattan demostró que en el mundo había peligros bastante mayores que Estados Unidos. Aceptada esta premisa, ¿acaso no cabía la posibilidad de que también estuviese equivocado en otros asuntos políticos que siempre había dado por sentados? ¿Había que mantener una fidelidad eterna a los ideales progresistas aun cuando la realidad se había encargado, con toda su crudeza, de dejarlos caducos? ¿Existía, en fin, la opción moral de mantener los ojos cerrados? Esas eran sus preguntas. “Me veía a mí mismo como alguien que comprendía el mundo, y para mantener esa percepción era indispensable que no intentase comprenderme a mí mismo. En cierto sentido, el 11 de septiembre fue el último asalto, una afirmación mortífera de una nueva realidad que ya existía pero que prefería no ver”, confiesa Andrew Anthony. A lo largo de las páginas de El desencanto, el autor repasa su trayectoria periodística liberado de la corrección política que había dominado su discurso: recuerda su experiencia como voluntario en la revolución sandinista de Nicaragua, arremete contra la legitimación histórica y moral del comunismo, recela de las teorías oficiales sobre la relación entre racismo, pobreza y delincuencia, destapa las contradicciones de muchos intelectuales y artistas progresistas −Noam Chomsky y Michael Moore, entre ellos− y denuncia los abusos de la intransigencia y violencia del islam radical.

“El viaje”. Andrew Anthony no es el único pensador al que los acontecimientos no han dejado otra salida que reciclar sus planteamientos ideológicos. A lo largo del siglo xx, decenas de escritores, filósofos y políticos han experimentado lo que muchos llaman “el viaje”: una progresiva −aunque en ciertos casos súbita y radical− evolución personal desde postulados de izquierda hacia opiniones liberales y/o conservadoras. El descubrimiento de los más de veinte millones de muertos del Gulag −los campos de concentración soviéticos−, la asfixiante opresión de la Stasi, el genocidio y las hambrunas promovidas por el régimen de Mao Zedong, la dictadura camboyana de Pol Pot, las represiones militares en la Europa del Este y, finalmente, la caída del Muro de Berlín en 1989, empujaron a muchos a cruzar la línea que dejaba atrás el sangriento fracaso del comunismo. Gracias a la revelación en periódicos occidentales de los asesinatos masivos y, sobre todo, al impacto de las memorias de los disidentes soviéticos −con el Archipiélago Gulag (1977) de Alexander Solzhenitsyn a la cabeza−, numerosos intelectuales pasaron a denunciar la Revolución que en su momento les había seducido por completo.

Sería inabarcable una relación de las novelas, biografías y ensayos que reproducen la crueldad del totalitarismo comunista. No obstante, es imprescindible mencionar la aparición en 1997 del mastodóntico Libro negro del comunismo: crímenes, terror y represión, un volumen de 800 páginas escrito por varios autores que cataloga minuciosamente las torturas, deportaciones y purgas que acabaron con más de 100 millones de seres humanos en todo el mundo, desde la Unión Soviética hasta Latinoamérica, pasando por China, Corea del Norte y Afganistán. En el prólogo, el historiador Stéphane Courtois, coordinador de la obra, confiesa los motivos personales de su publicación: “Los autores del libro no han sido siempre extraños a la fascinación del comunismo. A veces, incluso, han sido partícipes, desde su modesta situación, del sistema comunista, ya sea en su refrito ortodoxo leninista-stalinista, ya sea en refritos anexos y disidentes (trotskistas, maoístas). Y aunque permanecen anclados en la izquierda −y precisamente porque permanecen anclados en la izquierda− tienen que reflexionar sobre las razones de su ceguera”.

El libro, por supuesto, causó una gran controversia. Las críticas negativas que recibió se basaban en dos puntos: la utilización del término “comunismo” para referirse a un marco muy amplio de sistemas diferentes y la carencia de una comparación con la agresividad de los estados capitalistas. De hecho, varios intelectuales capitaneados por el periodista francés Gilles Perrault publicaron al año siguiente El libro negro del capitalismo, que clamaba contra los crímenes producidos por el comercio de esclavos durante la época colonial, la represión de la clase obrera, los movimientos sociales y políticos que condujeron a las guerras mundiales, las intervenciones de Estados Unidos en Latinoamérica y los excesos de la globalización, entre otros sucesos históricos. Pero los defensores del liberalismo no se quedaron callados. En su ensayo La gran mascarada (2000), el filósofo Jean-François Revel rompió el tabú de comparar el comunismo con el nazismo, tesis que ya habían avanzado el escritor ex-comunista André Gide y el político socialista Léon Blum. Revel, que también había sido militante socialista en su juventud, acusó a Perrault y compañía de imputar al capitalismo varios crímenes que no le pertenecían, como los derivados de la economía planificada del nazismo, que tenían un importante componente socialista. Para el pensador, la diferencia entre el régimen de Hitler y el de Stalin era la sinceridad: “La ideología nazi es directa. Hitler dijo todo lo que se proponía hacer. La ideología comunista, en cambio, estaba matizada por la utopía. Era engañosa. Ofrecía cosas muy notables y atrayentes: la felicidad, la igualdad… Y mucha gente, de buena fe, creyó que todo eso vendría con el socialismo. Y en vez de prosperidad, encontró pobreza; en vez de libertad, opresión”, sentenció Revel en una entrevista concedida a La Ilustración liberal.

“Por qué elijo a Sarkozy”. Francia, tierra natal de Revel, es posiblemente el mejor país-laboratorio del mundo para observar la curiosa relación entre política e intelectualidad. El 30 de enero de 2007, en plena campaña electoral, el periódico Le Monde publicaba un artículo titulado “Pourquoi je choisis Nicolas Sarkozy” (Por qué elijo a Nicolas Sarkozy). Su autor, el filósofo André Glucksmann, ya se había pronunciado varias veces a favor de que el candidato de la UMP tomase las riendas del Elíseo, pero esta vez lo hizo de forma especialmente explícita: “Sarkozy rompe con la derecha acostumbrada a esconder su vacío detrás de conceptos grandilocuentes (…). Una Francia generosa no se olvida de los oprimidos (…). Hoy en día, Sarkozy es el único candidato afín a esta Francia: denuncia el martirio de las enfermeras búlgaras condenadas a muerte en Libia, las masacres de Darfur y el asesinato de periodistas…”. Al mismo tiempo, Glucksmann arremetía contra una izquierda, según él, autocomplaciente y tibia en su compromiso contra los totalitarismos.

Poco después, en el mismo diario, el escritor Jean-Marie Laclavetine daba la réplica con una carta abierta al polémico pensador: “Glucksmann o el amor de un gran hombre”. En ella, le recordaba al filósofo que veinte años atrás el objeto de su admiración era nada menos que el dictador chino Mao Zedong, entre otros “horribles ídolos” de su juventud, y que no estaba en condiciones de impartir lecciones políticas. Pero el aludido ya había dado cuenta de su pasado en su autobiografía Una rabieta infantil (2006): “En mi vida adulta, una de las cosas que más siento fue haber participado por poco tiempo en los favores demasiado desprovistos de críticas que la Francia política reservaba a la figura de Mao Zedong. (…) Han Suyin me propuso visitar la patria de la Revolución Cultural y yo decliné la invitación, seguro del lavado de cerebro al que no escapaba nadie, por muy astuto que fuera…”. En el artículo de Laclavetine latía una acusación habitual a viajeros como Glucksmann: su abandono de las filas izquierdistas les convierte en opinadores desmesurados, hipócritas y resentidos, incapaces de hacer un juicio sensato. No son más que hijos pródigos sin derecho a enderezar su vida política.

Aun así, la presencia casi permanente en los medios de comunicación del propio André Glucksmann y otros pensadores como Pascal Bruckner o Alain Finkielkraut, apoyando públicamente al candidato conservador, espoleó el debate en Francia por dos motivos. Primero, porque rescató la figura del intelectual comprometido que en el pasado habían representado Jean-Paul Sartre, Raymond Aron o André Malraux, y cuya ausencia había criticado Max Gallo en un célebre artículo de 1983, también en Le Monde. Segundo, porque la mayoría formaba parte de la corriente de nuevos filósofos que, después de haber sido seducidos en su juventud por el comunismo, se entregaron a combatir la izquierda radical surgida de las barricadas de Mayo del 68. Desde entonces, sus columnas y ensayos critican con dureza la decadencia política de Occidente −originada por la sensación de culpa tras el colonialismo y las guerras mundiales− y su debilidad para enfrentarse con sus enemigos, entre ellos, el terrorismo y los regímenes totalitarios. Esta visión les ha llevado a defender posturas muy impopulares como la guerra de Irak, el control de la inmigración y la condena del islamismo y del multiculturalismo.

Opiniones que, por supuesto, no les han salido gratis. “Reaccionarios”, “neocons a la francesa”, “racistas” y “voceros de la extrema derecha” son algunas de las etiquetas que los nuevos filósofos llevan pegadas en la espalda. El periodista Laurent Joffrin resumió en un artículo de Le Nouvel Observateur las cuatro características de los “neorreaccionarios”: “1) Para ellos estamos en una guerra que se declaró el 11 de septiembre de 2001. 2) En ella hay una quinta columna que es una extrema izquierda que se ha aliado al islamismo y que es vector de una nueva judeofobia con adornos progresistas. 3) También hay unos tontos útiles, las gentes de una izquierda a la que acusan de ceguera, angelismo e inercia. 4) Ello es manifestación de un síndrome más amplio: el fin del progreso y la disolución de los valores republicanos, occidentales, judeocristianos”.

En 2002, el ensayista e ideólogo del Partido Socialista francés Daniel Lindenberg publicó La llamada al orden. Informe sobre los nuevos reaccionarios. Sus 94 páginas cargan contra los escritores y polemistas que, según el autor, desprecian la cultura de masas, defienden los valores meritocráticos, desconfían de la compatibilidad del islam con la democracia y son abiertamente projudíos, autoritarios y antifeministas. Octavi Martí, corresponsal de El País en Francia, lo reseñó: “El panfleto de Lindenberg tiene el interés de constatar la división del campo de la izquierda así como la transformación misma del mundo. No es un buen libro, pero tiene la virtud de obligar a definir a cada uno por lo que hace y lo que piensa (…) La mayoría de los intelectuales que Lindenberg trata de “nuevos reaccionarios’”son sólo gente inteligente y reflexiva y, sobre todo, harta de espejismos y palabrería”. El economista Yann Moulier-Boutang, hijo del filósofo Pierre Boutang, también criticó la debilidad conceptual de La llamada al orden y aventuró que sus consecuencias no serían mayores que las de “un puñetazo al aire”.

Casi todos estos “nuevos reaccionarios”, pese a haber evolucionado a planteamientos afines a la derecha, siguen considerándose adalides de los ideales fundacionales de la izquierda. En mayo de 2007, el propio Glucksmann afirmaba en una entrevista que “hay que votar al candidato que es más de izquierdas. ¡Aunque él lo ignore! (…) ¡El destino de los más humildes debería ser prioridad de la izquierda! ¡Al menos, por eso me hice yo de izquierdas!”. Bernard Henri-Lévy, el más famoso y mediático de los nuevos filósofos, es otro de los habituales flagelantes del socialismo europeo −sobre todo desde la derrota de Segolène Royal− pero reconoce que la izquierda es “su familia”. En su libro de 2008 Ese gran cadáver caído de espaldas −expresión con la que Sartre definió a la izquierda en 1960−, Henri-Lévy confiesa que, durante la campaña de las presidenciales, Sarkozy le llamó por teléfono para pedirle que escribiese un artículo explicitando su apoyo. El pensador no sólo se negó, sino que acusó a su colega Glucksmann de precipitación tras hacer lo propio en “Por qué elijo a Sarkozy”. Tal y como declaró al diario argentino La Nación, “el papel de un intelectual no es el de manifestarse tan rápido. Su papel es el de pronunciarse, pero lo más tarde posible, después de haber obtenido lo máximo”.

El ‘affaire finkielkraut’. No obstante, el intelectual suele pagar las facturas de sus pronunciamientos, sean tardíos o súbitos, sea por acción u omisión. El filósofo español Fernando Savater lo expuso así en un artículo a propósito de las batallas dialécticas que protagonizó después de las elecciones autonómicas vascas de 2001: “…en este pintoresco país nuestro, o se lamenta el culpable y cómplice silencio político de los intelectuales o se denuncia a los intelectuales culpables y cómplices que no guardan silencio en política”. Alain Finkielkraut, profesor de la Escuela Politécnica de París y miembro de los nuevos filósofos, pertenece sin duda al segundo grupo: guardar silencio no es lo suyo. El autor de célebres ensayos como La humanidad perdida (1998) o La derrota del pensamiento (2004) protagonizó una sonada polémica con ocasión de una entrevista publicada el 18 de noviembre de 2005 por el semanario israelí Haaretz. En el encuentro, Finkielkraut habló sin tapujos sobre los graves disturbios que habían tenido lugar el mes anterior en numerosas ciudades de Francia, que comenzaron en un suburbio de París y concluyeron con 1.295 coches incendiados y 312 personas arrestadas. Para el pensador, los conflictos no fueron una mera expresión del desencanto social: “En Francia se pretende reducir las violencias a su nivel social, verlas como una revuelta de jóvenes de los suburbios (…) El problema es que la mayor parte de esos jóvenes son negros o árabes y se identifican con el islam (…) Hay otros inmigrantes en situación difícil, chinos, vietnamitas, portugueses, que no participan en las violencias (…) Cuando un árabe incendia una escuela, es una revuelta; cuando lo hace un blanco, es fascismo (…) Poco a poco, la idea generosa de la guerra contra el racismo se ha ido transformando monstruosamente en una ideología mentirosa. El antirracismo será en el sigo xxi lo que el comunismo ha sido en el xx”.

Demasiado incendiario como para no hacer una hoguera. Haaretz no vaciló en presentar al entrevistado como “una voz que parece emanar de la boca de un miembro del Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen”. La posterior traducción de la entrevista en la publicación francesa Politis omitía varias frases del contexto y remataba con este provocador −y sesgado− titular: “¡No al antirracismo!”. Tal y como escribiría más tarde Óscar Elía, jefe de Opinión del Grupo de Estudios Estratégicos (GEES), “la lógica del lector hace el resto; si el filósofo combate el antirracismo, sólo cabe una definición para su postura”. A lo largo de aquel mes de noviembre de 2005, la consigna se fue extendiendo por foros, blogs y demás trincheras de Internet: Alain Finkielkraut era un racista. Pese a los intentos del filósofo por defender la integridad de sus comentarios, el ataque mediático ya avanzaba en boga de ariete. El affaire Finkielkraut había comenzado. Desde varias atalayas se le tachó de xenófobo, de frentista, de fascista, de nostálgico de la epopeya colonial. El Movimiento contra el Racismo y por la Amistad entre los Pueblos (MRAP) le denunció por incitación al odio racial y exigió la suspensión de Repliques, el programa de radio que mantenía desde hacía veinte años. Mounould Anouit, secretario general de MRAP, le acusó de ser “portavoz de los clichés del Frente Nacional” y de lanzar declaraciones “de una violencia racial inaudita”. Los quioscos exhibieron la elocuente portada de Le Nouvel Observateur, con un primer plano del rostro del pensador coronando un inequívoco titular: “Les Néoréacs”.

Pero Finkielfraut, hijo de judíos polacos deportados a Auschwitz, no estaba solo. O casi. Intelectuales como Pascal Bruckner, Luc Ferry, Rony Brauman, Philipe Raynaud o Paul Thibaud salieron en su defensa y lamentaron la “emboscada” en la que había caído. No obstante, siguen siendo pocos frente a la ofensiva censora, cuyo momento más penoso se dio el 12 de diciembre de 2005 cuando Finkielkraut, amenazado de muerte, suspendía una conferencia prevista en Madrid. ¿El tema? Alexis de Tocqueville, autor de La democracia en América, uno de los libros más importantes de la historia del pensamiento político y clave para entender el liberalismo.

En familia. El 15 de marzo de 2008, Andy McSmith, periodista del diario inglés The Independent, titulaba así uno de sus reportajes: “From Left to Right: on the Mid-life Political Conversions” (De izquierda a derecha: sobre las conversiones políticas en la mediana edad), un repaso a once escritores, periodistas, filósofos y políticos que habían “viajado” al otro lado en distintas épocas. Entre ellos, el historiador Paul Johnson −que pasó de criticar el clasismo de las novelas de James Bond a aclamar a Margaret Thatcher−, el escritor Fiodor Dostoievski −entre cuya conversión del nihilismo al cristianismo medió un destierro en Siberia− y el considerado “padrino del neoconservadurismo” americano, el recientemente fallecido Irving Kristol, que conoció a su esposa en la celebración de la IV Internacional de 1938, durante su época de mayor beligerancia izquierdista. También destaca en la lista la presencia del famoso dramaturgo David Mamet, de consumada tradición progresista, a quien muchos de sus admiradores no perdonan su deserción política tras publicar el ensayo Por qué ya no soy un izquierdista de encefalograma plano (2008).

En algunos casos, la mutación intelectual no se limita al individuo, sino que afecta a los lazos de sangre. El londinense Kingsley Amis, novelista, poeta y guionista de radio y televisión, alcanzó la fama con su primera novela, Lucky Jim (1954), protagonizada por un hombre común convertido en antihéroe literario. Por aquel entonces, Amis formaba parte del Partido Comunista, donde había ingresado mientras estudiaba en Oxford. La entrada de los tanques soviéticos en Budapest en 1956, con el fin de sofocar la revolución húngara, decepcionó al joven militante, que transmutó en ferviente anticomunista y se incorporó a los Angry Young Men (Los jóvenes airados), una corriente literaria de escritores desencantados con la sociedad británica del momento. Amis no disimuló su conversión en el título de su obra de 1967 Why Lucky Jim Turned Right (Por qué Lucky Jim se hizo de derechas). Su hijo, el también escritor Martin Amis, ha seguido la estela de hombre de letras polémico e influyente. El autor de Koba el temible (2003) −biografía de Stalin y descripción de la intelectualidad europea cautivada por el comunismo− ha sido acusado, entre otras cosas, de misógino, antisemita e islamófobo. En agosto de 2006, poco después del intento frustrado atribuido a terroristas islámicos de hacer explotar diez aviones, Amis declaró en una entrevista a The Sunday Times: “La comunidad musulmana tendrá que sufrir hasta que ponga en orden su propia casa. ¿A qué sufrimientos me refiero? A no dejarlos viajar, limitar sus libertades, registrar a todos los que tengan aspecto de ser de Oriente Medio o Pakistán…”. Las réplicas no se hicieron esperar. El crítico literario Terry Eagleton acusó al novelista de “perseguir y humillar” a los musulmanes, al tiempo que le consideraba un digno heredero del “racista”, “patán” y “borracho” de su padre. Martin Amis achacó el debate a una cuestión ideológica: “El tipo que me atacó es de la vieja izquierda. Es marxista. Y mi padre perseguía ese tipo de cosas. El tipo que yo trato de perseguir es también de izquierda blanda, es un apologista. Tiene una postura ‘moralmente superior’. Yo me considero de izquierda, pero de izquierda racional, de izquierda realista”.

Un buen amigo de Amis, el incisivo polemista Christopher Hitchens, autor de las reveladoras Cartas a un joven disidente (2003), también ha vivido en familia una travesía intelectual. Con su hermano pequeño Peter, militó en las filas del Partido de los Trabajadores Socialistas de Inglaterra, para luego ir desplazándose a posiciones afines a la izquierda liberal, mostrando en los últimos años una feroz oposición a lo que él mismo llamó “islamofascismo”. Ferviente admirador de Thomas Paine y Thomas Jefferson, hasta el punto de nacionalizarse estadounidense en 2007, también ha atacado con dureza cualquier expresión religiosa en columnas y libros como Dios no es bueno (2007). Por su parte, Peter Hitchens, después de trabajar durante veinte años en el Daily Express y formar parte del Partido Laborista de 1977 a 1983, se unió a los tories (conservadores) en 1997, cuyas filas abandonó seis años más tarde porque veía a sus compañeros incapaces de hacer frente al Nuevo Laborismo encarnado por Tony Blair. Curiosamente, en los inicios de la guerra de Irak, Christopher apoyó la política exterior de la Administración Bush, mientras que Peter juzgó que la invasión de Estados Unidos no aportaría nada a los intereses occidentales.

“¿Y usted qué hace?”. Desde luego, el hecho de que tantas personalidades hayan hecho el viaje no obedece a corrientes de pensamiento ni a consignas esporádicas de un movimiento cultural o político, sino que es consecuencia de una experiencia biográfica personal e intransferible. Muchos de los que desviaron la mirada ante la tragedia del Gulag tuvieron que esperar a que cayesen un muro o unos rascacielos para darse cuenta de que el idealismo, por muy bienintencionado que sea, no suele ser buen compañero de la realidad, y de que la misión del intelectual es denunciar los males de la época en que le ha tocado vivir.

Hay teorías para todos los gustos. El periodista barcelonés Arcadi Espada, ex militante del PCE, insinúa que la conversión política puede obedecer a factores científicos: “A mí me fascinan la ciencia y la genética. Hace poco se ha descubierto que los genes de la persona influyen más en su personalidad durante los últimos años de su vida que al principio, donde se está más condicionado por la familia, los amigos, la cultura. Puede que la gente como yo, que al principio éramos de izquierdas y luego viramos a la derecha, en realidad hemos sido siempre de derechas pero en la juventud tuvimos la presión social de un compromiso con la izquierda”.

Para el mencionado filósofo Jean-François Revel, la evolución económica ha terminado por difuminar la tradicional frontera entre izquierda y derecha: “Los partidos socialistas de hoy día sólo tienen de socialista el nombre. El socialismo, tal y como se concibió en el siglo xix y trató de aplicarse en el siglo xx, con la apropiación por el Estado de los medios de producción, ha muerto. Sobrevive sólo como utopía. Y la utopía no puede servir de remedio para los males del propio liberalismo. No hay una vía diversa”.

Muchos de los viajeros que en su día abandonaron la izquierda para luego combatirla desde la trinchera mediática, como Revel, Glucksmann, Andrew Anthony, Martin Amis y tantos otros, han sido acusados en numerosas ocasiones de cambiar de postura como una veleta agitada por el vendaval del oportunismo. En su introducción a El choque de los fundamentalismos (2002), el pensador Tariq Ali les apuntó con el dedo: “Los que más me preocupan son otro estrato de intelectuales: los hombres y mujeres que en su día estuvieron intensamente dedicados a las actividades de izquierdas. Algunos han hecho un corto trayecto desde los márgenes de la política radical hasta las antesalas del Departamento de Estado. Como tantos conversos, demuestran una agresiva confianza en sí mismos. Después de poner a tono sus capacidades ideológicas y dialécticas en las filas izquierdistas, ahora las despliegan contra sus antiguos amigos. Por eso se han convertido en bufones útiles para el Estado. Se les utilizará y luego se prescindirá de ellos”.

Pero, ante este tipo de imputaciones, todos los traidores podrían acogerse a la famosa réplica del economista británico John Maynard Keynes: “Cuando los hechos cambian, yo cambio de opinión. ¿Y usted, señor, qué hace?”.

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Los desencantados de la izquierda

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Los protagonistas. El fin de la era soviética minó buena parte de los cimientos ideológicos de la izquierda

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Categorías: Comunicación, Historia, Internacional, Literatura, Sociedad

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Published in: on julio 17, 2010 at 11:23 am  Deja un comentario  

La primera gran victoria del cine en relieve

La primera gran victoria del cine en relieve
Texto Jorge Collar

El éxito de Avatar prueba que el cine en tres dimensiones es una novedad que ha llegado para quedarse.
En octubre de 2008 se abordaban en estas páginas las promesas y las incertidumbres que provoca la eventual generalización del cine en relieve. Nombres prestigiosos, como George Lucas, Jeffrey Katzenberg o Steven Spielberg no dudaban en hacerse abogados del relieve, presentado como “la revolución más importante del cine en nuestro siglo”. Aquella reflexión terminaba invocando la autoridad del hasta entonces campeón de taquilla de todos los tiempos con Titanic, James Cameron que entonces preparaba su siguiente película, Avatar, precisamente en relieve.
Hoy es preciso rendirse a la evidencia. El éxito de la película de Cameron confirma con sus 745 millones de dólares en el mercado norteamericano (Titanic llegó a 600) y la superación de sus dos mil millones a nivel mundial que su batalla estaba ganada y con ella la del cine en relieve.
A Avatar le sucede Alicia en el país de las maravillas, de Tim Burton, también en relieve, que recaudó más de 300 millones de dólares en cuatro semanas y que solo fue desplazada por otra película de animación en 3D: Cómo entrenar a tu Dragón, de Chris Sanders y Deban Deblois. La lista de las películas que se anuncian es interminable… Incluso fuera de la esfera del cine norteamericano los ingleses Max Giwa y Dania Pasquín, han realizado la primera película de danza en relieve con excelentes resultados: StreetDance 3D.
La mutación está en marcha y existe un juego recíproco de intereses entre las inversiones necesarias y el número de espectadores. Todo el mundo gana con el cambio, que parece instalarse de forma duradera. Esto no impide que, más allá de los resultados de taquilla, surjan algunas preguntas: ¿qué aporta el relieve con respecto al espectáculo en el terreno puramente estético? ¿es útil en las obras que podríamos calificar de intimistas? Algunas películas de terror han empleado ya el relieve con éxito, sobre todo sirviéndose de ciertos trucos de feria, por ejemplo en las catástrofes de la última película de la serie The Final Destination 4, de David R. Ellis. En el terreno del cine intimista aún no existen ejemplos que prueben su eficacia y es difícil saber si los resultados serán concluyentes.
Las imágenes de Avatar, que sin duda son bellas sin relieve, adquieren un carácter particular en tres dimensiones y lo mismo puede decirse de la Alicia de Tim Burton. Aunque algunas de sus opciones son discutibles, no cabe duda de que el relieve realza la importancia del espectáculo. Allí donde la dimensión visual es importante, y este es el caso de Alicia, como de todo el cine de Burton, el relieve es capital. Y la mejor prueba de ello es que el propio director ha declarado repetidamente que lo que le interesaba era la experiencia del relieve (que sin embargo ha sido penosa a la hora de la realización). Por su parte, Furia de Titanes ha buscado también el espectáculo, quizá de forma menos honesta al aprovecharse de los éxitos de otras películas.
Podría decirse que el relieve es neutro y que todo depende del genio del cineasta que lo emplea. Aquí entra además en juego un elemento importante en el cine: la capacidad de soñar, de evocar lo imposible, de abrirse a un mundo de fantasía. El Fellini barroco –no el neorrealista de los comienzos– podría haber utilizado el relieve con fines estéticos, como buena parte del cine de Luchino Visconti. Hoy, tanto James Cameron como Tim Burton ponen al servicio de la belleza los medios técnicos que el cine les brinda. ¿Qué mejor ejemplo que las imágenes finales de Alicia, cuando descubre sobre sus hombros una mariposa de su mundo maravilloso que sale volando de la pantalla para perderse en el fondo de la sala
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Published in: on julio 13, 2010 at 2:41 pm  Deja un comentario  

Árabe por etnia, cristiano por religión, Tierra Santa por casa


Una iglesia de rito católico y una mezquita comparten calle en la población de Beit Sahour, en la zona de Belén. Al fondo, el asentamiento israelí de Har Homa.
La presencia de cristianos en Tierra Santa mengua de año en año a un ritmo vertiginoso. La inestabilidad política y económica les ha empujado a emigrar a lugares más prósperos y, por ello, la pequeña comunidad que aún permanece quiere que se la conozca y busca el apoyo internacional con el fin de evitar que la cristiandad desaparezca precisamente del lugar donde Jesucristo vivió y fundó la Iglesia.
Hace unos años, Rifat Kassis, cristiano palestino y director de la ONG Defense Children Internacional en Palestina, fue a dar una conferencia sobre el conflicto israelí-palestino a Estados Unidos: “Me presenté como cristiano palestino y una mujer que estaba entre el público se levantó y me dijo que no conocía la existencia de tal cosa, y quería saber cuándo me había convertido. Le conté que mis antecedentes se remontaban a la era de Cristo; ella no daba crédito”. Kassis es consciente de que “no se conoce la existencia de cristianos en Palestina, y si se conoce no se entiende, a pesar de que la primera Iglesia no se estableció en Roma o en Washington, sino en Jerusalén.”

Los cristianos palestinos achacan esta circunstancia al hecho de que desde Occidente se tiende a ver el conflicto como una guerra entres dos bloques: el judío y el musulmán. “Pero se olvidan de la comunidad cristiana, que, de hecho, hasta la fundación del Estado de Israel en 1948, representaba un alto porcentaje de la población en Palestina y era mayoría en muchas ciudades que ahora son predominantemente musulmanas”, asegura Kassis. Según la Oficina de Estadísticas Palestina, los árabes cristianos representaban a finales del siglo XIX el 24% de la población de todo el territorio histórico. Sin embargo, el siglo xx ha sido su peor pesadilla. La guerra de la independencia de Israel en 1948 dejó 750.000 refugiados palestinos (de los cuales, 150.000 eran cristianos), y provocó una gran catástrofe geográfica, económica y social en la población árabe. El panorama empeoró en 1967 con la ocupación, a manos de Israel, de Gaza y Cisjordania: las restricciones de movimiento se multiplicaron, la economía palestina se hundió y toda opción de recibir una buena educación o de encontrar un trabajo se volvió totalmente dependiente de la inestable situación política. Dadas las circunstancias, los cristianos comenzaron a emigrar de forma masiva en busca de un futuro mejor, con más posibilidades para sus hijos. Este hecho, acompañado del rápido crecimiento demográfico de los musulmanes, ha reducido en un siglo la presencia cristiana en Palestina e Israel a un 1,48%. Ciudades importantes como Ramala o Jerusalén, cuya presencia cristiana se elevaba al 80% a principios del siglo XX, sólo albergan ahora a un 5%. En Belén, la ciudad cristiana por excelencia, la representación cristiana decayó del 90% a principios del siglo XX al 30% actual. De hecho, y aunque resulte irónico, hoy es complicado conocer el número exacto de cristianos palestinos que habitan en Tierra Santa. El Centro Inter-Iglesias de Jerusalén realizó un cuidadoso cómputo del que se desprende que existen 200.000 cristianos en Palestina e Israel: 50.000 habitan en los territorios ocupados (3.000 de ellos en Gaza) y 150.000 en Israel. Los últimos datos de la Oficina de Estadísticas Palestina, que el Centro Inter-Iglesias recoge, son de 2004 y señalan que ya para ese año sólo existían en Jerusalén 9.000 cristianos. 219.000 habitantes eran musulmanes y 464.000, judíos.
(Temas de Nuestro Tiempo: http://www.unav.es/nt)

Published in: on May 28, 2010 at 2:24 pm  Deja un comentario  

El mayor contenido en Internet es pornografía

Antes de leer la nota publicada por Antonio González en su blog personal, quisiera referir muy en breve cómo llega aquí, porque es un síntoma de los tiempos que vivimos, como diría David Weinberg, entre una «Edad del Papel» que esperemos no desaparezca y una «Edad de los Enlaces» que aún está por encontrar su identidad y su lugar al sol.

Esta mañana publiqué en MicroScriptor.com (una incubadora de Scriptor, por así decir) algunos sorprendentes datos acerca de un estudio de Optenet sobre la presencia de pornografía en la red. [ .pdf Optenet-EstudioTendencias-Internet-2009-2010].

Como no logré dar con la fuente, con el mencionado estudio, lo dije en la nota. Y poco después llegó el comentario de Antonio González, brindando la información básica genéricamente solicitada.

Esto es un atisbo a escala personal de la «Era del Enlace» (pomposa denominación), en la que cabe decir que «trasparency is the new objectivity». Aunque esto se puede discutir aparte, en otro momento.

El caso es que la credibilidad y autoridad de lo publicado en muy buena parte proviene de la transparencia hacia las fuentes y los motivos que llevan a decir o a mostrar una cosa u otra.

En fin, este es el texto prometido al comienzo, sobre la sorprendente prepoderancia de la pornografía en la red.

Según un estudio publicado ayer por Optenet, sobre Tendencias en Internet 2009-2010 (pdf), el contenido predominante en la Web sigue siendo pornografía, con casi un 37% de presencia. En su vertiente ilegal, la pornografía infantil ha experimentado una subida de un 1,7%, respecto a 2009.

Según la empresa de medición en línea Netcraft, a finales de marzo de 2010 la Web contaba con más de 200 millones de Sitios web activos en el mundo, el doble que hace tres años. Por lo que actualmente hay más de 70 millones de páginas web pornográficas.

Además de pornografía, los contenidos más presencia en la Web son los relacionados con las compras on-line (9%), viajes y turismo (5,7%), Informática y deportes (4,2%) y ocio y entretenimiento (3,6%).

En el ranking de contenidos que, según los datos de Optenet, han crecido proporcionalmente más entre 2009 y 2010, con un 212%, destacan las páginas de juegos para adultos. Le siguen los anuncios clasificados (110,3%), material de referencia (81,2%), Redes Sociales (49,2%), fotos y vídeos (37,7%) y blogs (34,5%).

Los contenidos para adultos e ilegales en Internet han experimentado un aumento del 17,3% en el lo que va de año y la tendencia es que sigan creciendo. Actualmente suponen el 38% del contenido alojado en la Web.

Published in: on May 9, 2010 at 10:54 am  Deja un comentario  

New York Time ¿una iglesia liberal?


Una vez que el NY Times parece haber disminuido su peculiar clamor mundial inquisidor, levantado a propósito de los gravísimos hechos inmorales de unos pocos clérigos católicos;

Una vez que su pretensión de implicar directamente en ellos a Benedicto XVI se ha visto justamente frustrada por la realidad histórica;

Una vez que han comenzado a germinar serias sospechas acerca del sesgo unilateral interesado del periódico, que además ha seguido a ciegas -como fuente informativa- al abogado que lleva ganados más de 60 millones $ en estas causas;

Una vez que estas y otras circunstancias han ido mostrando que no se trata de una batalla de un periódico contra la Iglesia católica;

Una vez que queda sitio en la agenda de los lectores, van apareciendo artículos que dejan ver las cosas de un modo muy diverso a como habían aparecido hasta ahora.

Uno de ellos es el escrito por Kenneth L. Woodward, que llama la atención desde su mismo título: Church of the ‘Times’.

Ken Woodward es un curioso personaje, que ha sido editor de asuntos religiosos en Newsweek durante 38 años, no siempre afortunado (es lo menos que puede decirse) en algunos de sus juicios y opiniones sobre Iglesia católica, los santos, o sobre el sentido de los milagros en el cristianismo, judaísmo, budismo, hinduismo e islamismo.

Esta vez parece que se ha hartado de la corrección política imperante acerca del NY Times, y ha planteado lo que anuncia en el título de su artículo: que el Times se comporta como si creyera ser o -sin más- fuera una extraña secta o iglesia, que toma a la Iglesia católica como directo rival de la moral que implica su propia «teología liberal».

Desde esta perspectiva, resulta cierto que el moralmente abominable «asunto de los abusos» de clérigos católicos, y la escasa atención y cuidado prestados a las víctimas, no es visto como un «ataque de la prensa» contra la Iglesia.

Resulta más bien -dejando quizá aparte los intereses dinerarios- una curiosa diatriba furibunda desde una «institución con alma de extraña iglesia», como dice Woodward tomando la expresión de Chesterton.

Published in: on May 9, 2010 at 10:36 am  Deja un comentario